Propiedades del laurel

La rica y saludable dieta mediterránea encuentra en el laurel a uno de sus aliados más poderosos. Complemento de muchos de sus platos, aporta un aroma inconfundible que abre los apetitos más exigentes.

De entre todas las especias que aporta el litoral mediterráneo, es el laurel -arbusto de hoja perenne originario de la parte europea de dicho litoral- uno de los más aromáticos y utilizado en centenares de recetas. En algunos casos -especialmente los correspondientes a los platos más conocidos y alabados-, podemos incluso afirmar que la ausencia del laurel equivale al fracaso más absoluto entre los comensales.

Históricamente, al laurel se le atribuyó un papel divino. En la Roma imperial, atribuido al dios Apolo y relacionado con el arte y la inmortalidad, era empleado para distinguir con honores a personajes relevantes e incluso los emperadores eran coronados con sus hojas.

El uso gastronómico del laurel reside en sus hojas, que son incorporadas a los guisos en cocción para que así éstos se embeban de su esencia. Las excelencias del laurel como condimento son muy conocidas y no necesitan demasiadas presentaciones, pero sí sus propiedades medicinales, quizás relegadas a un segundo plano, precisamente por su valor gastronómico.

Magnífico tónico digestivo, incide de forma positiva en el alivio de problemas en las articulaciones y musculares, así como en interrupciones y retrasos anómalos del ciclo menstrual.

El alivio de dolores musculares también es posible gracias al laurel. Podemos confeccionar con sus hojas una especie de pomada -tras machacarlas y hervirlas hasta consumir el agua- que, aplicada mediante fricción sobre la zona dolorida, otorga un bienestar y alivio considerables.

Se le atribuyen propiedades diuréticas, con el consiguiente beneficio que ello conlleva para el riñón y, por último, es utilizado para, hervido, filtrado y mezclado con el agua, tomar baños tonificantes.