Más consejos para bajar de peso
Recientes estudios aseguran que, en la a veces titánica tarea de adelgazar, someterse a estrictas reglas que consigan hacernos sentir "presos" no es precisamente la forma más útil de conseguir bajar nuestro peso.
Recientes estudios aseguran que, en la a veces titánica tarea de adelgazar, someterse a estrictas reglas que consigan hacernos sentir "presos" no es precisamente la forma más útil de conseguir bajar nuestro peso.
No debemos permitir que los vocablos pseudos-científicos y falsas investigaciones consigan aturdirnos. La verdad es una e inequívoca: nuestro organismo necesita un aporte diario determinado de kilocalorías a través de la ingesta de alimentos. Obviamente, como no hay dos personas iguales, tampoco hay una cantidad estándar de kilocalorías aplicables a todo el mundo.
Pues bien, cuando nuestra alimentación provoca un aporte excesivo de kilocalorías, dicho exceso se queda en nuestro organismo en forma de grasa y provoca un aumento de nuestro peso. Ante esta situación podemos o bien aumentar nuestro nivel de actividad o disminuir la cantidad de alimentos que tomamos; de una u otra forma, lo que logramos es que nuestro organismo presente sólo la cantidad de kilocalorías que necesita.
En este empeño, es crucial no plantearse metas demasiado elevadas. Aquellas dietas que consiguen reducir de forma demasiado drástica el peso, o bien acarrean serios problemas de salud o a la larga quedan anuladas por un nuevo aumento de peso. No conviene sumergirse en auténticas operaciones matemáticas contando calorías. Basta con acentuar la ingesta de alimentos bajos en grasas y disminuir el consumo de sal y azúcar. Beber al menos dos litros de agua diarios es otra de las medidas, ya que constituye el mejor medio diurético, de forma que el riñón no trabaje demasiado forzado.
Es conveniente no concentrar la ingesta de alimentos en dos o tres comidas diarias. En este sentido es preferible aumentar el número de comidas y reducir la cantidad de alimentos ingeridos en cada una de ellas. Está demostrado que el proceso digestivo produce un notable consumo de energía.
Consumir preferiblemente platos calientes o templados, ya que producen una mayor sensación de saciedad que los fríos y, por consiguiente, contribuyen a tener menos hambre.
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